domingo, 23 de junio de 2013

INVICTUS

PARA TERMINAR MI HUMILDE APORTACION A ESTE ROMANICO LUGAR QUE LO DISFRUTEIS:




                EL VALOR DE UNO MISMO



En la vida es importante la necesidad de tener fe en uno mismo, así como el poder personal que podamos manifestar en pensamiento, sentimiento y acción.

Todo cuanto objetiva y subjetivamente, en planes, proyectos, propósitos y demás empresas constituye el fundamento de nuestra actividad cotidiana debe de ser gobernado por nosotros mismos ya que de lo contrario lo harán los demás. En este artículo considero la importancia de tener fe en uno mismo, así como una confiada expectación respecto al resultado de nuestra expresión personal. No hay que olvidar que nosotros somos la base y el fundamento de nuestras propias obras.

Quien confía en sí mismo no sólo pone bajo su gobierno y dirección las maravillosas fuerzas de la mentalidad subconsciente y todo el vigor de sus conscientes facultades e instrumentos, sino que también propende a establecer análogas condiciones en la mente y el ánimo de las personas con quienes se pone en contacto directo o indirecto durante sus esfuerzos.

Sí por el contrario nos arrojamos a muerte por el tobogán de la desvalorización personal sólo encontraremos lo que nosotros mismos hallamos proyectado anteriormente.




Es vital no perder esa confianza y, sí aún así ocurriese, tratar los fracasos y las derrotas como nuevos peldaños para escalar  las cumbres del bienestar y del éxito, de esta manera serían vivos retratos del “Invictus” de Guillermo Ernesto Henley, porque en realidad todo el mundo es dueño de su destino y caudillo de su alma.

Es hora de darnos cuenta de que si queremos cambiar algo en nuestras vidas debemos primero ponerlo en el dominio de la posibilidad para que pueda ocurrir, ya que si lo negamos de entrada no habrá nada que hacer. Segundo debemos de desearlo con la misma fuerza que el aire que respiramos. Tercero visualizarlo, imaginarlo constantemente como ya conseguido, y por último tener la confianza y la fe necesarias de que ya está produciéndose, sin fisuras, sin los espesos e incapacitantes pensamientos que suelen aparecer y que con su tremenda fuerza nos alejan del objetivo a lograr.

Esta fuerza interior y esta confianza residen en el interior de uno mismo pues le son inherentes por naturaleza, y nada ni nadie puede arrebatarnos eso, sea cual sea la situación que la vida nos presente.










Para terminar el “Invictus” de Guillermo Ernesto Henley




                                     INVICTUS

Agradezco todo cuanto los dioses reserven a mi invencible alma en la noche que tan negra como el abismo me rodea de polo a polo.

No me resistí ni alcé el grito al verme cruelmente agarrotado por las circunstancias, y aunque los golpes de la suerte ensangrentaron mi cabeza, no humillé la cerviz.

Allende este valle de dudas y temores, sólo se vislumbra el espanto de la muerte; y sin embargo, el transcurso de los años me halla y me hallará impávido.

Por recta que sea la justicia y por cargada de penalidad que esté la apuntación, soy el dueño de mi destino y el caudillo de mi alma.


HASTA PRONTO

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