jueves, 30 de mayo de 2013

¿DEPRESIÓN O DECEPCIÓN?

ESTIMADOS ASCURIANOS:


Con el fin de mantener siempre vivo nuestro blog, iré publicando artículos estimo interesantes acerca de los más diferentes temas.
Voy a empezar con un artículo acerca de la depresión que tanto está de moda últimamente, aunque personalmente creo que hay más decepciones que depresiones.
Aquí os dejo con su lectura espero os guste...


Ilustración: Lolo

¿DEPRESIÓN O DECEPCIÓN?

Si conociéramos las cifras de personas que actualmente toman ansiolíticos y antidepresivos nos quedaríamos realmente perplejos. La mayoría de esta gente llegó de una forma u otra a tocar fondo y terminó optando por la ingesta de las píldoras maravillosas para aplacar las múltiples y desagradables sensaciones que provoca la mente  en nuestro cuerpo físico cuando nos hallamos inmersos en esos trances.

Ahora bien, aquí cabe una apreciación importante, y es que la mayoría de la gente que dice estar deprimida, en realidad lo que está es decepcionada. Se utiliza muy a la ligera el término “depresión”  y enseguida sacamos a relucir la palabra comodín  para explicar cualquier estado de ánimo que conlleve tristeza y abatimiento sin fijarse en el origen de los conflictos y/o emociones que nos han llevado a tan ingrato destino. 



Más adecuado sería hablar de decepción ya que es el estado en el que se encuentran muchas de estas personas. Cuando nos ocurre algo en la vida reaccionamos ante ello en primer lugar de forma visceral, en segundo lugar de forma mental, y nuestras reacciones, vendrán marcadas por nuestra educación y nuestras vivencias anteriores que condicionarán que esa reacción sea de un tipo o de otro.

Ilustración: Lolo
Cuando reaccionamos de forma visceral lo hacemos en el mismo instante que nos ocurre la situación y ahí actuamos de manera espontánea, sin que el proceso mental afecte a nuestra reacción. Ahora bien cuando ha pasado ese primer momento que es el más importante, porque en el quedan reflejados todos los matices así como el colorido del conflicto, practicaremos de buen gusto la auto tortura mental recreándonos en la infinita suma de posibilidades acerca del evento ocurrido, que susto, que mal lo pase… o si hubiera reaccionado de otra manera hubiese sido mejor, o claro, por haberme pasado eso en el futuro todo será diferente, y etc etc etc.. Esto la mayoría de las veces conduce a una decepción enorme de uno mismo por no haber obrado de otra forma a como lo hicimos o bien con los demás si los consideramos “culpables” del problema, y no hay que olvidar nunca que la mente es la guardiana de lo “correcto” y hará lo posible y lo imposible por mantenernos en el sendero de lo conocidamente como razonable.

Es muy fácil en esas circunstancias confundir una depresión con una decepción. La depresión es algo muy serio y muy profundo, el cuerpo pierde su pulsación interna, su vitalidad, su capacidad de relacionarse con el mundo real, sólo se desea desaparecer en soledad, reuimos de todos y de todo, hasta de nosotros mismos y llega un momento en que ni siquiera nos importa vivir o morir. En cambio en una decepción la cosa es diferente, podemos relacionarnos lo necesario para no peder el contacto con el mundo, salir aunque estemos abatidos, ocuparnos de nosotros, en definitiva, aunque sea con lo justo.

En la decepción vagamos por la vida afligidos, como auténticos zombis vivientes a merced del baile emocional que nos procura la mente cuando le damos nuestro mano para bailar a su macabro compás y cuando ese baile nos genera malestar, recurrimos a las pociones mágicas que dan la felicidad, no porque te hagan feliz, sino porque incluso te anulan la capacidad de llegar a serlo, y de esta manera quedamos serenos y calmaditos por una temporada hasta que el volcán interior ruja de nuevo.

Ilustración: Lolo
Tanto deprimidos como decepcionados tienen en común una cosa, la negación de su sí mismo y la tremenda desvalorización personal que eso conlleva, lo que provocará que no se viva la vida en su pleno sentido. Podemos tirar la casa, o incluso dejar que nos la tiren, no importa, teniendo nuevos materiales y nuevos planos la reconstruiremos otra vez, pero sí olvidamos quienes somos de verdad, que la casa es nuestra, entonces sólo nos quedará el recuerdo de lo que fuimos y viviremos auto torturándonos, como decía antes, en mundos de fantasía.

Cuidemos la morada interior, no la abandonemos a la suerte de ocupas indeseables, vivamos en presente consciente y jamás caeremos en esos procesos que llevan a tan indeseables sentires.

Para los que se hallen inmersos de alguna manera en uno de esos estados, un simple consejo: Sí usted está leyendo esto, es porqué está VIVO…Sí usted está vivo significa que usted está RESPIRANDO y la respiración es la vida, siéntala, sienta ese respirar que nos conecta con la vida, aumente su amplitud, aumente su energía a través de ello y dese cuenta  de que usted es la misma vida fluyendo y que por encima de cualquier cosa usted es simplemente ESO. Engánchese, conéctese a su sí mismo y recupere lo que nunca perdió, lo que nadie jamás podrá arrebatarle es esa mágica consciencia de ser viviente que portamos en nuestro vehículo corporal y que a fin de cuentas es lo que somos, un trocito de universo experimentándose a sí mismo.   


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