El ser humano posee múltiples cualidades de las cuales ignora la mayoría de ellas. La más importante quizás sea la que nos otorga el desconocido poder de crear nuestra realidad en base a nuestros pensamientos, todos y cada uno de ellos tiene un peso específico en nuestra vida.
Otra de esas cualidades es
darnos cuenta de que todo lo que consideramos el exterior no es más que un
reflejo vivo de nuestro interior, como un gran espejo refleja todos y cada uno
de nuestros movimientos, sentires, emociones, etc…
Normalmente sucede que solemos ignorar este simple
proceso y esto provoca que no tengamos el discernimiento necesario para darnos
cuenta de que esto es así, y lo que suele ocurrir siempre es que al no hacernos
cargo de nuestros asuntos en el interior de nosotros mismos los proyectamos
hacia el exterior en forma de mandato a los demás con expresiones como: ¡tu
tienes que hacer esto… o lo otro…)o esta otra : ¡tú eres un tal o un cual! con esto conseguimos poner fuera, todo
aquello que no podemos manejar de nuestro interior, todo lo que no nos gusta de
nosotros mismos y que además no estamos dispuestos a reconocer proyectándolo
con furia inusitada hacia el exterior sin percibir que todo lo que le decimos
al otro es para nosotros mismos.
Es más fácil decir como en el primer ejemplo: tú tienes que cambiar tal o cual cosa, que reconocer que “nosotros” somos los que tenemos que cambiar y no la persona a la que se lo estamos contado. Y lo mismo ocurre en el segundo caso: tú eres un tal un cual… ahí se debe de tener especial cuidado porque todo lo que le solemos soltar al prójimo es lo que realmente somos nosotros.
Vivimos proyectándonos
constantemente en el mundo, en los demás, sin darnos cuenta de que todo lo que
proyectamos no es más que el reflejo de esas partes de nuestro propio yo
interior, esas que no nos gustan, esas que ignoramos como nos hacen daño, esas
que inconscientemente queremos sanar y no sabemos como.
Los “demás” no son más que un espejo de
nuestro interior al igual que el mundo que nos rodea también lo es, si fuéramos
lo suficientemente humildes y estuviéramos en la consciencia de ser aquí y
ahora, nos daríamos cuenta que para cambiar el mundo no hay que pedir que el
mundo cambie, que ese político cambie, que esa persona cambie, sino que
miraríamos que parte de nuestro interior se encuentra mal, y la sanaríamos
nosotros mismos, lo que traería como resultado que al ver de nuevo el mundo, o
las personas, nos apercibiríamos del profundo cambio que se produce.
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La mujer del espejo (P.Picasso) |
Cuando dos personas se juntan
y comienzan a hablar se establece rápidamente un dialogo de espejos donde cada
uno proyecta en el otro su interior, un observador avezado se daría cuenta de
cómo se encuentra el mismo, simplemente escuchando lo que él mismo le dice al otro.
En ese dialogo de espejos uno
se coloca delante del otro lo que provoca que se produzca la reproducción de la
imagen de sí cada vez más y más pequeña hasta desaparecer en un infinito, esto
hacemos los seres humanos volvernos cada vez más pequeños con nuestra estupidez
e ignorancia, proyectando y reflejando un mundo pequeño y sin sentido cuando la
realidad es otra muy distinta.
El ser humano ahora tiene una
oportunidad única de ejercer su auténtico poder, no sobre el indomable
exterior, sino desde el darse cuenta de quien es en realidad y del poder que
realmente tiene para cambiar su vida con un simple chasquido de dedos.
Chásquenlos pues y disfruten
de las maravillas que el presente consciente les tiene reservadas y un consejo:
AUNQUE NO SE LO CREAN HAGANLO
FUNCIONA TAMBIEN.
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